miércoles, 10 de abril de 2013


Te propongo la Argentina del futuro…
 LA FIEBRE DE LOS URBANISTAS Y OTRAS YERBAS.
Ahora se han desatado de pronto las fiebres de los urbanistas y han aparecido por todas partes gente que habla como perico del ordenamiento de nuestros causes, de nuestras deficiencia en el control de nuestros recursos hídricos y de la falta de “Planes Maestros” para la demografía de nuestras ciudades. Pero casi nadie habla del problema que ha generado todo ese desorden urbano, y en vez de explicar los orígenes de esas causas como una manera de demostrar que saben en realidad de lo que hablan, se entretienen en explicar lo que no se ha hecho y lo que hubiese que hacer en el futuro. Uno, que es un lego en la materia, viene sosteniendo desde hace varios años y explicando en detalles las problemáticas que enfrentan nuestras sociedades modernas, y muchas de las causas por las que crece el descontento de sus habitantes. El problema puntual de las inundaciones en la actualidad, con variadas y escasas diferencia, tiene los mismos orígenes que la mayoría de los problemas que se enfrentan en todos nuestros pueblos y ciudades a lo largo y ancho del país. El desmadre, no solo es urbanístico, sino es poblacional, porque cubre toda la problemática social y engendra situaciones de emergencia en la mayoría de los estancos por donde transita el grueso de sus habitantes. Es por eso que hay problemas en el transporte, en los servicios de limpieza y alumbrado, en el abastecimiento de combustible, en la falta de gas, en los espacios habitacionales precarios, en la falta de seguridad, en la escasez de coberturas médicas y asistenciales, en la falta de educación y en todo aquello que ha sido descuidado en los grandes planeamientos urbanísticos del país en su conjunto. Una ciudad de Buenos Aires y sus alrededores paquidérmica, con casi 20 millones de habitantes amontonados y mal ubicados que sufre las falencias más elementales desde sus elementos para manutenerse hasta sus servicios de convivencia básicos, donde resulta problemático trasladarse de un punto a otro y donde sus servicios de transporte son rudimentarios y obsoletos. ¿Quién planifica? !Nadie! Solo se amontona gente sin proyecto de nación, sin estrategias a futuro que nos augura serios trastornos para las generaciones venideras y que nos condena de antemano a ser una sociedad de segunda categoría, porque sus desarrollos económicos está calculados con mediciones del pasado y no con apuestas al porvenir. La política y los políticos viven ausentes de nuestras realidades, se movilizan como zombies y permanecen ausentes frente a las demandas sociales de toda índole planteadas por la realidad, pero tampoco quieren escuchar a nadie y permanecen aislados porque sus ineptitudes los superan. !Hemos sembrado en el Desierto! Sin embargo, desde nuestro empirismo y con una visión superadora, vemos asombrados que no solo no hay proyectos, sino que no hay capacidades para poder siquiera imaginarlos. Vivimos con ideas que fueron plasmadas hace más de100 años para albergar una sociedad minúscula, aquella aldea de un Buenos Aires con menos de un millón de seres que se movilizaban en carruajes con caballos, que no tiene parangón con ningún espacio real que utilizamos a diario millones de habitantes amontonados hoy en el mismo lugar físico. Sorprendernos por lo que nos sucede, es de una hipocresía brutal o de una incapacidad rayana en el absurdo. Los argentinos, nos movilizamos sobre una superficie cuya demografía fue pensada para 14 millones, y hoy somos 40 millones que nos desplazamos por las mismos espacios sin haber clavado un clavo para mejorarlos. Por todo ello, y por lo que aquí se calla, es de esperar que en el futuro, aparezcan en la República Argentina, gobernantes, no solo que piensen, sino que inviten a los grandes talentos en planificaciones a diagramar un país en serio para insertarlo en el futuro. País en donde sus proyectos comprendan, que los problemas no son solo urbanísticos, sino sociales y que requieren integrar ideas diferentes a las de un siglo atrás, donde el urbanismo, la economía y el problema social no estaba en la agenda de aquellas sociedades y mucho menos, nadie pensaba resolverle los problemas a los marginados que han crecido por encima de nuestros deseos y capacidades.

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